CAPÍTULO 1:
CARACTERÍSTICAS DEL PERIODISTA INVESTIGADOR
Según
la manera de relacionarse con la información, podemos encontrarnos con dos
tipos de periodistas:
- Periodista
informador: con las técnicas habituales de la profesión
elabora una información procedente de una fuente atribuible y/o un hecho
que, por su configuración espacial y temporal, estuviese en la superficie
de la realidad y apto para ser un valor noticiable imparable a corto
plazo.
- Periodista investigador: utilizando
técnicas habituales u otras específicas y/o atribuibles a profesiones
ajenas a la suya (detective, policía, abogado…), elabora una información
producto de un número indeterminado de fuentes y de un análisis personal
de datos, contrastados con mayor o menor eficacia, que le conducen a
comunicar una noticia sobre una realidad que, por su propia configuración
y naturaleza, estaba destinada a permanecer oculta durante un período de
tiempo indefinido.
En resumen, el informador transmite noticias generadas
por terceros con voluntad de hacerlas públicas. El investigador crea noticias
él mismo al publicitar hechos con voluntad de ocultación cuyo conocimiento
público desencadena, o debería desencadenar, procesos sociales y/o informativos
derivados del mismo. El primero es ajeno a la noticia, el segundo es parte
actora de la misma (la crea). Al periodista investigador le cargamos con una
responsabilidad superior en sus comunicaciones. Aún así, no hay un prototipo
puro, muchos investigadores también realizan tareas o facetas periodísticas
informativas.
Con todo esto, dibujamos un perfil del periodista
investigador, con una serie de características:
El periodista investigador es un enamorado de
su trabajo, se pasará las veinticuatro horas del día ejerciendo su profesión.
Compatibilizará su labor informativa con los procesos de investigación, un
trabajo que le alejará también en buena medida de su vida privada. Esto supone
un riesgo: puede llegar a obsesionar y a una pérdida de objetividad.
Este tipo de periodistas también va a tener que
prepararse para asumir una cantidad de riesgo y sacrificio no habitual
para el resto de la profesión. Despertará grandes odio y amores, en función de
lo favorable o desfavorable que sea la información publicada. Aunque siempre se
ganará algunos enemigos más.
Tener una buena capacidad de observación es una
cualidad que, en múltiples ocasiones, nos aportará un torrente de información
no verbal tanto o más importante que la verbalizable. Una simple mueca puede
ser clave para deducir una sospecha.
La retentiva es una cualidad de la que sólo
debe abusarse si se posee en gran medida. Es muy útil mientras no nos induzca a
recordar muchas más cosas de las retenidas o a deformarlas. Nos puede sacar de
un apuro cuando no se pueda grabar o tomar notas, pero es importante intentar
apuntarlo todo en papel (exactitud: sacramento).
La memoria visual es especialmente útil en
investigación, ya que permite retener caras, imágenes, documentos, escenas,
etc.
La capacidad de planificación y previsión es
absolutamente imprescindible en un proceso de trabajo, sobre todo cuando se
manejan cantidades elevadas de datos, de soportes documentales o de contactos
con personas. La planificación rentabiliza el esfuerzo y agiliza el trabajo; la
previsión ahorra disgustos, tiempo y problemas.
La capacidad de improvisación aparece ligada a
la seguridad que uno tenga en sí mismo. Junto al sentido común, es la munición
más eficaz que se puede disparar durante una investigación, debido a los
cambios constantes de rumbo que obligan a tomar decisiones sobre la marcha.
Pero para improvisar bien hay que entrenarse, adquirir rapidez de reflejos y
una intuición. Haber acumulado el máximo de experiencias pasadas es una ayuda
inestimable.
La discreción es una necesidad evidente, si no
queremos que algo se filtre, lo mejor es hablar bajito hasta con uno mismo. El
secreto mejor guardado es el que no sabe nadie.
El periodista investigador está mucho más interesado
en los hechos que por las personas que, para su trabajo, no son más que
fuentes o productoras de hechos. El real interés del profesional reside en el
propio proceso de trabajo más que en la noticia en sí misma.
1.1. Elementos que condicionan
al periodista investigador
Al margen de lo ya señalado, los más destacables
aspectos que condicionan la labor habitual del periodista investigador son:
CUADRO PÁGINA 33
El primer nivel, periodista free lancer o fijo
en plantilla es común a todos los tipos de periodismo que se hagan, aunque
con algunas diferencias puntuales. El free lancer trabaja por su cuenta
y vende puntualmente sus trabajos; también realiza trabajos por encargo o
mediante pacto previo, tiene que tener más capacidad para encontrar temas con
valor noticiable. Su supervivencia depende de la calidad y cantidad de sus
trabajos. En cambio, el periodista de plantilla tiene un sueldo fijo
haga lo que haga. En cuanto a medios de trabajo, el periodista de plantilla
puede utilizar toda la infraestructura de su medio (o empresa), teniendo
cubiertos todos los gastos. El free lancer, salvo excepciones, debe
autofinanciarse su trabajo.
En las distintas facetas de actuación del periodista
informador, resulta obvio su campo específico de trabajo, ya que supone
un condicionante. Y, quizá en un aspecto mucho menor que en el investigador,
también le condicione algo la propia actividad vital.
Con respecto al periodista investigador, uno de los
condicionantes más irresolubles son los medios de investigación disponibles.
Se tienen o no se tienen. Los medios, tanto los económicos como los técnicos o
humanos, no sólo facilitan enormemente una investigación sino que, en la
mayoría de los casos, condicionan la posibilidad de realizar o no un trabajo en
concreto. En general, no existe la investigación con medios ilimitados, ya que
los mecenas acostumbran a ser tacaños.
Un problema adicional es, al margen de encontrar la
empresa idónea, lograr transmitir la futura importancia de una pista que, en
aquel momento, es poco más que un rumor, una confidencia o algún rastro
documental. Otras veces, la conflictividad del tema puede radical en la propia
empresa periodística que, como todas, está supeditada a un marco financiero,
económico y político que ejerce una notable presión.
Otro condicionante es el medio para el que se
trabaje. Cada uno tiene sus peculiaridades ideológicas, estructurales,
económicas y formales. El sesgo ideológico puede filtrar o impedir muchas
posibles investigaciones o, al menos, mutilarlas.
El tiempo disponible es el gran elemento de
fricción entre el periodista investigador y sus jefes. Habitualmente hace falta
bastante tiempo. A veces, será un trabajo único y excluyente, pero otras se
podrá compatibilizar con otras tareas informativas. Finalmente, el equilibrio
suele ir casi siempre en contra del investigador. De todas maneras, jamás debe
cederse a la necesidad de publicación precipitada si con ello se arriesga el
sacar a la luz unos hechos insuficientemente contrastados o probados.
El objetivo a investigar es un condicionante
obvio y general que se interrelaciona con todos los demás que pudiéramos
mencionar. La dinámica que rodea un tema de investigación concreto suele variar
según el fondo de la cuestión, los personajes, el riesgo, las posibilidades, el
coste, etc.
La personalidad del periodista, aunque parezca
un asunto alejado, es realmente un elemento muy importante. Sus circunstancias
personales y familiares siempre son contrapesos notables a la hora de
plantearse el inicio de una investigación.
En relación con lo anterior, la capacitación
técnica del investigador también será un elemento decisorio para determinar
el futuro proyecto. Del conocimiento que se tenga de los campos técnicos que
rodean al objetivo a investigar va a depender la rentabilidad informativa del
tema.
La intencionalidad del periodista al hacer su
investigación es un aspecto menor, pero que no debe ignorarse. Por regla
general, esa intencionalidad será lograr una buena información y publicarla,
aunque no siempre será así. Es algo que compete únicamente a la libre elección
del periodista.
Un último aspecto es la ideología, política,
religiosa, social, ética… que hará sesgar (a veces en exceso) los análisis e
inclinaciones. Se es mejor investigador en la medida en que el periodista pueda
distanciarse de las propias afinidades. La actitud deportiva conduce a cotas de
objetividad mucho más interesantes y útiles.
Con esto, es posible encontrarnos entre la profesión
con periodistas provocadores, que con esfuerzo informativo quieren abrir
una brecha o un debate n la sociedad. Otros más moderados, pero mucho más
activos, son los periodistas militantes, que desde la plataforma de
alguna ideología o creencia se afanan en la crítica o denuncia de todo cuanto
no encaje o se desvíe de sus más o menos delimitados marcos referenciales. Lo
criticable, en todo caso, es la manifiesta vulneración de la veracidad por
interés ideológico o por incapacidad profesional.
CAPÍTULO 2: EL PROCESO DE
INVESTIGACIÓN
La investigación periodística se concreta siempre a partir
de un proceso en el que el periodista se afana por descubrir pistas, hechos,
relaciones y cualesquiera otros retazos de realidad conducentes a demostrar el
objetivo motor. Todo ello, mediante el uso de una serie de técnicas y
estrategias que permitirán bucear, con más o menos fortuna, en la realidad
escondida que se pretende aflorar. La mayoría de las veces, el periodista no
tiene más punto de partida que un simple rumor o confidencia, será todo cuanto
se precisa para desencadenar un proceso de investigación.
En primer lugar, habrá que analizar el rumor
base, diseccionarlo, y preparar con ello un plato fundamental para el futuro:
la definición del campo de investigación. En función de las respuestas
que demos a preguntas tales como la credibilidad del rumor, las posibilidades,
los riesgos, el valor noticiable, etc., encontraremos las primeras fuerzas que
nos impulsarán al trabajo o a olvidarnos. Si el balance es positivo, se debe
pasar a la búsqueda de fuentes de información. Pero hay que tener en cuenta
res pasos básicos para poder abordar la búsqueda de fuentes:
1. Conviene elaborar una relación inicial de
posibles fuentes, que sea lo más amplia posible.
2. Después, es útil hacer un análisis aproximativo
de cada una de las fuentes. Medir posibilidades, relaciones, valor, situación,
riesgos, credibilidad… Nos permitirá encarar el futuro contacto y mediar las
garantías de éxito y rentabilidad del proyecto.
3. Estudiar una gradación temporal, es decir,
diseñar el modelo que vamos a seguir para establecer un contacto ordenado con
las posibles fuentes.
El proceso descrito nos llevará sin duda a averiguar
una serie de detalles sobre personas, entidades y hechos. Y este
conjunto nos conducirá a la obtención de lo que denominaremos una base de
datos para la investigación. Hay que capitular en dos direcciones:
- Por un lado, deberá
intentarse obtener una primera confirmación de la validez de las informaciones
recogidas y de las fuentes empleadas.
- Por otro lado, realizarse
un replanteo de la investigación, de su orientación, límites, posibilidades u
otros aspectos.
Si la reflexión hecha es positiva, continuaremos con
el proceso y buscaremos nuevas fuentes con su respectiva confirmación de
informaciones. Así hasta llegar a la elaboración final de la
investigación y a su eventual publicación.
CAPÍTULO 3: DETECCIÓN DE
HECHOS INVESTIGABLES
Si de algo estamos sobrados en la profesión
periodística es de hechos investigables (cualquier realidad). Veremos el
proceso a través del cual puede detectarse algún hecho investigable.
El proceso se origina en lo que se denomina el campo
de la realidad, una especie de gran almacén en el que están todos los
hechos pasados y con expectativas de concreción futura. Partimos de la
hipótesis de que todo hecho puede ser detectable si se dan una serie de
procesos comunicativos apropiados que lo aproximen hasta el periodista. Todo
proceso de investigación se asienta sobre un comportamiento humano difícil de
obviar: pasar por la vida siempre deja huellas. Vivir deja recuerdos en otras
personas, fotografías, documentos –públicos y privados dispersos por mil sitios.
Pero los hechos guardados bajo la realidad no parecen
tener nunca un excesivo interés en salir a la luz. Todo hecho, y más los que en
esta profesión se consideran importantes, se escuda detrás de un filtro
informativo, una barrera de silencio. Este filtro puede ser personal,
cuando son individuos implicados, o institucional, cuando se refiere a
una entidad que, bajo la aparente función de facilitar la transparencia
informativa, hace todo lo contrario.
Toda realidad que consigue salir de su campo y traspasar
el filtro informativo lo hace a través de un proceso comunicador, que
admite muy diversas formas. En primer lugar, distinguiremos entre:
- Proceso comunicador
voluntario: nace con la intencionalidad de trasvasar un
determinado contenido informativo desde su campo de origen hasta un receptor
ajeno al mismo.
- Proceso comunicador
involuntario: el que al traspasar el contenido informativo lo hace
de una manera no intencional, inadvertido o por error.
Ambos procesos suelen entremezclarse continuamente, a
veces no se distingue el límite. Además, dentro de un proceso comunicador
pueden diferenciarse tres niveles:
1. Público: conformado por comunicaciones de muy distintas
procedencias pero que se han difundido de manera pública y notoria. Es el nivel
menos atractivo para un periodista investigador aunque puede arrojar buena
rentabilidad informativa.
2. Privado: comunicaciones transmitidas a nivel particular
y/o dentro de un grupo de receptores reducido que, en principio, no tienen
intencionalidad de publicarlas. Exige muchas veces respetar el anonimato o la
intimidad.
3. Reservado: contenidos comunicativos estrictamente
confidenciales, elaborados para muy reducidos y seleccionados grupos de
receptores que sí tienen la obligación de mantenerlos ocultos. El nivel más
apetecido por el periodista investigador, el más difícil de trabajar.
Estos tres niveles básicos conforman los diversos canales
informativos a través de los que corren las descripciones de hechos que
pueden conducir a la posibilidad de iniciar una investigación.
Canales
informativos públicos:
- Información institucional:
tiene su origen en entidades diversas, bien de modo interesado
(comunicados, boletines…), o a instancia de parte, es decir, como
respuesta a una demanda informativa por parte del periodista. Es algo muy
útil para el periodista informador, pero no para el investigador. Salvo
honrosas excepciones, intentan ponerles el mayor número posible de
barreras.
- Publicaciones de
interés general: es muy amplia en posibilidades de contenido y en
calidad informativa. Aquí estaría todo lo expresado vía medios de
comunicación. Es un torrente de posibles hechos interesantes a investigar.
Muchas investigaciones notables han partido de pequeñas informaciones de
prensa. Detrás de cualquier fondo siempre suele haber otro fondo más
interesante.
- Publicaciones
especializadas y técnicas: podremos encontrar detalles que nos
arrojarán mucha luz sobre temas de actualidad o que nos lo adelantarán
mucho antes de que la prensa de información general. Muy útil para
periodistas especializados, son un instrumento de trabajo fundamental.
- Actos públicos: otro de los canales
básicos para poder detectar posibles noticias. No sólo reuniones masivas,
sino también todo tipo de acción desarrollada de modo público y evidente.
Canales informativos
privados:
- Actos privados: son los que no están
abiertos a todo el mundo y presentan algún tipo de selectividad entre
transmisores y receptores. Reuniones de todo tipo con acceso limitado, en
entorno o circunstancias de privacidad. Estos actos nos pueden dar pistas
interesantes por su contenido y configuración. Son ocasiones de un gran
riqueza informativa y el periodista debe aprender a utilizarlos con la
mayor asiduidad posible.
- Publicaciones
privadas: toda información sobre soporte escrito,
informático, magnético, o fotográfico, destinada a un consumo
específicamente privado (cartas, informes, grabaciones…). La calidad
informativa es sumamente rica, son objetos preciados para confirmar algún
rumor o confidencia. Entre sus inconvenientes está la dificultad de
conseguirlos, y en algunos momentos no pueden ser utilizables debido a la
protección jurídica del derecho a la intimidad. No todo lo que se dice
tiene que ser real.
- Las confidencias: comúnmente, ponen
al periodista sobre alguna de las pistas de sus futuros trabajos. Admite
bastantes matices intencionales y formales. Puede provenir de algún
interlocutor que, en momento de especial locuacidad, nos hace partícipes
de alguna información o rumor. Puede provenir también de algún confidente
habitual del periodista. Un encuentro casual con una persona desconocida o
poco tratada. Son uno de los elementos más interesantes con los que puede
contar el periodista aunque no debemos olvidar que, muchas veces, las
confidencias serán muy difíciles de documentar.
Canales de información
reservados:
- Publicaciones
reservadas: todo tipo de documento (oficial o privado)
elaborado con la intencionalidad y el deseo explícito de que no trascienda
públicamente y, a mayor rigor, que sólo circule por unas pocas manos muy
cualificadas o específicas. Es el canal informativo más notable y el que
sueña con fruición todo periodista. Hay que recordar que algunos
documentos están protegidos por la Ley de secretos oficiales que impide su
uso periodístico.
- Filtraciones: otro de los
instrumentos gloriosos que alegran la vida del periodista, aunque suponen
un riesgo notable. Es claramente intencional en su proceso y en sus
objetivos. Un arma arrojadiza que usa un sector de la Administración
contra otro o contra algún sector social privado. Suelen darse en momentos
muy oportunos, habrá intereses y relaciones bastante ajenas a las
puramente profesionales. A menudo, el periodista no es más que el tonto de
la película. Siguen dos caminos: el del periodista amigo que recibe el
paquete de información de manos del funcionario oportuno en el transcurso
de una discreta cita; el otro es el del correo anónimo o el del
intermediario desconocido.
Tras tener la información a través de alguno de los
canales, será el momento de detenernos a realizar un análisis de nuestro
hallazgo. Deberá abarcar tres campos complementarios:
- Análisis de contenido:
debemos intentar valorar el paquete informativo en función de su posible
calidad, estudiando las coherencias, incoherencias o posibilidades que contiene
la información concreta.
- Análisis de contexto:
el momento y las circunstancias en que nos llega o sucede la información. Con
ello podrá valorarse su importancia noticiable, sus riesgos de publicación, sus
posibilidades reales de investigación, el factor temporal y espacial.
- Análisis de veracidad:
deberá intentar sondear la credibilidad inicial que merecen tanto el hecho
informativo descrito como la fuente que nos lo ha transmitido y/o la fuente
inicial.
Si con esto arrojamos un saldo positivo, habremos dado
el primer paso previo al inicio de un proceso de investigación. Habremos
llegado a la detección de una noticia. Aún esta por empezar todo el
proceso de trabajo que nos llevará a demostrar su realidad.
CAPÍTULO 4: EL PROCESO DE
BÚSQUEDA DE FUENTES
Pocas cosas resultan tan anheladas para un periodista,
investigador o no, como el llegar a encontrar una buena fuente. Una fuente
sería toda persona que de un modo voluntario y activo facilite algún tipo de
información a un periodista. Puede ser puntual o continuado, confidencial o
pública, persona privada o institución, etc. También consideraremos fuente a
todo depósito de información de cualquier tipo que sea accesible y consultable
por el periodista (prensa, libros, archivos…).
Basándonos en la definición, extraeremos una primera
clasificación. En primer lugar, tenemos las fuentes personales, que
sistematizaremos en cuatro bloques genéricos, en función de:
a. Temporalidad: nos permite dividir a las
fuentes en “asiduas”, las que tienen un trato más o menos continuado con el
periodista, y “ocasionales”, en función de algún asunto puntual.
b. Contenido informativo: favorece la división
entre fuentes “puntuales”, utilizadas para un estrecho y definido marco
informativo, y fuentes “generales”, utilizables con muy diversos fines.
c. Estructura de la comunicación: en este caso tenemos
fuentes “públicas”, accesibles para todos o buena parte de los periodistas,
“privadas”, cuyo acceso está más o menos restringido a un número limitado de
periodistas (sus informaciones gozan de singularidad noticiable),
“confidenciales”, aquella que sólo resulta accesible para uno o muy pocos
periodistas y sus informaciones son singulares.
d. Ética: habrá que acudir al concepto de voluntariedad,
por lo que nos encontraremos con fuentes “voluntarias”, las que prestan
colaboración de modo activo y querido, e “involuntarias”, aquellas que pasan
información estando bajo algún tipo de presión por parte del periodista.
En un segundo orden de cosas, tendremos las fuentes
documentales, todo tipo de fondo documental como archivos, hemerotecas y
todo tipo de soporte consultable con más o menos facilidad o dificultad por el
periodista. Las fuentes personales son imprescindibles para el trabajo
investigador y, casi siempre, son el vehículo para acceder a determinadas
fuentes documentales. El mejor confidente será inútil si no aporta
documentación probatoria de lo que denuncia. Una sana combinación entre ambas
fuentes sería la fórmula ideal para poder trabajar sin temerle al juez.
4.1. Análisis estratégico y
valoración de fuentes
Las fuentes, antes de ser utilizadas, deben ser
cuidadosamente seleccionadas y analizadas por el periodista para poder sacar de
ellas la máxima rentabilidad informativa. VER ESQUEMA 4 EN EL LIBRO.
Partiremos de un caso puntual y concreto que
denominaremos hecho a investigar, el objeto de análisis periodístico que
nos mueve a iniciar todo el proceso de trabajo.
En relación con todo hecho nos encontraremos con dos
grandes bloques de posibles fuentes: las fuentes implicadas, que, en un
sentido u otro, tienen algo que ver con los hechos en vías de investigación, ya
sea como afectados, protagonistas, testigos o críticos; las fuentes ajenas,
son las que no tienen nada que les una directamente al hecho investigado pero
que pueden aportar datos de interés.
Tras esta primera clasificación, estableceremos una
división en cuatro apartados:
- Fuentes favorables: todas las que tengan
una actitud favorable o positiva respecto al hecho investigado. Jamás
deben ser tomadas como fuentes únicas.
- Fuentes neutrales: aquellas que no
tengan ninguna actitud predeterminada o interesada con respecto al hecho
en vías de investigación. Es un tipo de fuente mucho más fiable, aunque
tampoco deben ser únicas. Están en una especie de equilibrio inestable
entre favorables y desfavorables.
- Fuentes
desfavorables: las que adoptan una actitud previa desfavorable
o negativa respecto al hecho.
- Fuentes técnicas: aquellas a las que
se acude para buscar una opinión técnica cualificada, en la mayoría de los
casos de forma independiente al hecho. Suelen ser las fuentes más ajenas y
objetivas.
Para poder analizar preventivamente las fuentes, lo
primero que debe hacerse es una relación de las mismas. Confeccionar un
listado, lo más exhaustivo posible, que nos muestre quiénes son y dónde están
nuestras posibles fuentes, listado que se irá ampliando a medida que se avance
en la investigación.
El paso siguiente será realizar un análisis de
características de las posibles fuentes apuntadas. Un trabajo que se
bifurca en dos direcciones: analizar las características informativas
que nos llevarán a detectar el qué saben y lo que nos podrían contar, y
analizar las características humanas, el cómo son, la personalidad
aproximada de cada fuente. Con esos datos, ya nos será más fácil el intentar un
abordaje determinado. Conocer sus necesidades, en suma, es la mejor forma para
ganar aliados.
Finalmente emprenderemos el estudio de una gradación
temporal para el contacto con las diversas fuentes y ajustado a las
necesidades de trabajo. Aquí, debemos estructura cuándo y en qué orden vamos a
abordar a las posibles fuentes. Para ello, podemos manejar dos conceptos
complementarios: la información que suponemos que saben y la relación que
suponemos que tienen con el hecho investigado.
Antes de abordar a la primera fuente ya hay que
haberse documentado lo máximo posible sobre el hecho investigado. Una vez
adquirida la base elemental del asunto, debe decidirse el orden de contacto con
las fuentes, para lo que no hay una única estrategia. Una norma generalizable
podría ser abordarlas en una progresión de menor a mayor capacidad y/o
importancia informativa. Otra norma es la de abordar las fuentes en la
gradación siguientes: primero fuentes desfavorables, luego técnicas y neutrales
y, finalmente, las favorables. Pero el proceso nunca es, ni debe ser, tan
lineal.
Los tres niveles de análisis que hemos visto, la
relación de fuentes, el análisis de características y la gradación temporal,
nos ayudarán a diseñar la estrategia de contacto informativo. Una de las
tres estrategias globales junto a la de calidad informativa y de política de
trabajo.
Ahora, pasaremos a realizar un análisis cualitativo
que dibujará el marco de lo que denominaremos estrategia de calidad
informativa. Eso nos dará la fiabilidad esperable de las fuentes en función
de su propia calidad. Para ello, explicaremos dos bloques: la valoración de la
credibilidad y el análisis del contexto en el que se mueven las fuentes.
La valoración de la credibilidad de la
información es un paso lógico, pero a menudo dificultoso. Muchas veces,
sólo hay dos posibilidades: el sentido común y el trabajo metódico. Puede
acudirse a una fuente técnica o a algún especialista en el campo concreto que
interese. O puede intentarse sondear, con suma discreción, en los círculos
próximos al presunto hecho.
En cuanto a la valoración de credibilidad de una fuente
es, en la mayor parte de los casos, bastante más difícil y aventurado que hacer
lo propio con la información. Hasta la fuente más fiable podría engañarnos
alguna vez. Uno de los posibles sistemas para detectar la sinceridad es
tenderle diversas trampas, preparadas de antemano. Para ello, es preciso
conocer previamente algunos datos íntimos de esa fuente. Otro posible sistema,
a utilizar en el transcurso de una conversación larga, o durante varias
entrevistas, es el repetir, con datos notablemente variados, informaciones
dadas por la fuente en algún momento o encuentro anterior y pedirle su
confirmación.
Para efectuar el análisis del contexto será
apropiado trabajar en tres campos complementarios: el social (dónde), el humano
(quién) y el temporal (cuándo). Estudiar el contexto social aportará un
flujo de información notable para valorar un paquete informativo determinado,
nos ofrece el dónde ocurre el hecho que nos ocupa. El contexto ético, legal, o
simplemente costumbrista de una determinada sociedad limitará y/o enmarcará las
posibilidades noticiosas de toda información.
El análisis del contexto humano, junto al
temporal, le va a ser, sin embargo, mucho más útil que el precedente a todo
periodista investigador. Cada persona se mueve en un marco referencial lleno de
matices que hace que sus actuaciones deban ser mesuradas a la luz del contexto
humano. También será útil conocer el contexto humano de las personas que puedan
ser objeto de una posible investigación o información; muchas veces, la
implicación de algún personaje notorio en un hecho le hace cobrar a éste de
importancia. Además, el estudio del contexto humano será útil para que podamos
valorar la naturaleza de la información recibida en función de las
circunstancias personales del sujeto.
En cuanto al análisis del contexto temporal es
mucho más importante de lo que parece, ya que los hechos suceden en un tiempo
determinado y/o trascienden también en un momento concreto. El periodista debe
plantearse dos cuándo: cuándo sucedió el hecho y cuándo se lo han comunicado.
Hay que tener en cuenta que muchos hechos se marchitan con el tiempo, como las
flores.
Los dos últimos bloques de análisis, la valoración de
la credibilidad y el análisis del contexto, nos servirán para diseñar la que ya
hemos definido como estrategia de calidad informativa.
4.2. El precio de la
información
Para obtener datos, especialmente si son de calidad,
hay que pagar siempre algún tipo de precio. Es lo que denominamos el coste
de la información.
El coste más conocido es el valor económico de
la información, el dinero que hay que pagar para acceder a alguna información.
Pueden ser de tres tipos:
- Gastos de trabajo: es el único que reconocen
sin dificultades periodistas y editores. Investigar supone una inversión
económica siempre notable en gastos de transporte, hoteles, dietas, teléfono,
materiales, etc.
- Sobornos y propinas: sólo resulta fácil en
las películas. Hacerlo supone un riesgo notable, pero la libertad está para que
cada cual la use como guste y asuma su precio. Una propina viene a ser un
ligero engrase para lograr que alguna gestión se acelere. El soborno ya es una
cifra negociable, en función del caso y de las circunstancias del sujeto. Una
situación intermedia es la del sablazo o préstamo, muy habitual cuando se
trabaja en ambientes de marginación o delincuencia.
- Compra de documentos: puede llegar a cifras
elevadas y, por lo común, el pago se hace mediante un compromiso documental
privado. Los precios dependen del momento del mercado, de la competencia entre
los medios y de la habilidad del negociador.
Dentro de este apartado tampoco puede olvidarse los
costes de compras más sutiles como las comidas en restaurantes de lujo,
invitaciones a viajes con todo pagado, regalos, etc.
El valor instrumental es un coste que casi
nunca se asume como tal pero que, de hecho, es piedra angular en toda
negociación entre periodista y fuente. Aquella parcela de prestigio, autonomía
o instrumentalización en general que un periodista está dispuesto a arriesgar
con tal de lograr la colaboración informativa. Un coste que estamos dispuestos
a pagar todos los que trabajamos en el mundo del periodismo, de forma que será
inevitable que nos acusen de ser partidistas. Cualquier crítica o denuncia que
se publique siempre perjudicará a una parte y beneficiará a otra.
Un último coste es el denominado valor añadido
que es toda carga de cualquier tipo que puede lastrar el proceso de trabajo del
periodista y que, en consecuencia, sea valorable en la partida de costes de la
información. Hay que incluir aspectos tales como el riesgo que puede
correrse al realizar una determinada investigación, el tiempo dedicación
al realizarla, las renuncias personales del trabajo, los problemas
profesionales que puedan derivarse el proceso, los problemas jurídicos
que sigan a la publicación, etc.
El análisis de los tres aspectos nos dará las pautas
para diseñar la última de las tres estrategias que nos harán falta en nuestra
investigación: la estrategia de política de trabajo. Con ella
estableceremos sin, pese a tener buenas fuentes y calidad informativa, seguir
adelante o no con el hecho a investigar.
El análisis de estas tres estrategias nos pondrá frente
a lo que definimos como valoración posibilista, es decir, las
posibilidades reales para iniciar con éxito la investigación propuesta.
Si la última decisión es positiva, el proceso seguido
nos llevará por dos caminos complementarios. Uno es el de comenzar a elaborar
la base de datos de investigación con todo lo obtenido. El otro es el de
iniciar el proceso continuado de confirmación de fuentes e informaciones.
4.3. El informante y el
confidente
Dentro del grupo de fuentes personales nos va a
resultar especialmente interesante el estudio de los informantes y los
confidentes.
En principio, debemos distinguir entre:
- Fuente oficial: aquella a la que se le
puedan aplicar las etiquetas de puntual, pública, voluntaria y con tendencia a
ser más asidua que ocasional. Acostumbra a facilitar información más o menos
institucionalizada y a asumir su paternidad. El valor de sus comunicaciones es
notable.
- Fuente oficiosa: será preferentemente de
orden general, confidencial, tanto voluntaria como involuntaria e igualmente
asidua como ocasional. Su información es más bien singularizada y original.
La información que pasa desde estas dos clases de
fuentes hasta el periodista está mediatizada, desde el emisor, por un filtro de
confianza y/o de interés. El grado de confianza, en especial, es
determinante para que una fuente oficial puede comportarse como oficiosa frente
a un determinado periodista. El interés subyace detrás de todo proceso
comunicativo iniciado a instancia de una parte.
En cambio, la relación entre periodista, informante y
confidente está mediatizada por un filtro en el que cuentan especialmente la
amistad y la credibilidad. La amistad es algo que se logra con el trato
personal más o menos continuado. La credibilidad, por el contrario, sólo se
logra con el trato profesional.
El informante mantiene una relación
ocasional con el periodista. En muchos casos limitada a una simple llamada
telefónica o a uno o varios encuentros personales para informar sin más. Es una
fuente inesperada y, en infinitas ocasiones, de enorme rentabilidad.
Con el confidente se
establece una relación habitual, producto de un trato personal más o
menos prolongado.
El informante, por regla
general, aporta una información puntual, algo concreto. En cambio, el
confidente suele ser una fuente de información amplia. La relación con
un informante es, habitualmente, una comunicación unidireccional; con el
confidente, sin embargo, entramos en una comunicación bidireccional, más
fluida y con abundante intercambio. El informante, por sus peculiaridades, es
un contacto de enlace, de paso; no ocurre lo mismo con el confidente, al
que consideraremos normalmente como un contacto terminal, un elemento
para remachar nuestra cadena informativa. El informante dispone de una credibilidad
a confirmar; en cambio, el confidente, dado el trato habitual con el
periodista, detenta a priori una credibilidad muy alta. Lo cual no debe
significar, ni mucho menos, que se le tenga fe.
CAPÍTULO 5: LA CONFIRMACIÓN
DE DATOS
Cuando el periodista obtiene un dato y, antes de que
lo utilice o publique, siempre es aconsejable que invierta el tiempo necesario
para cotejarlo y confirmarlo. VER ESQUEMA 6 DEL LIBRO
Partiremos, naturalmente, del dato a confirmar.
Y dividiremos su origen en dos procedencias: oral y documental. Cada una de
ellas obligará a realizar un proceso de confirmación apropiado.
Para confirmar un dato de procedencia oral, el
primer paso será intentar una validación de la fuente. Se analizará, para
ello, la fuente emisora del dato para poder determinar su fiabilidad. Si no es
fiable, será recomendable desechar la información o, al menos, mantenerla en
reserva. En caso de obtener un resultado positivo, debe procederse a la validación
posibilista del contenido. Verificar si ese dato en estudio tiene
posibilidad de ser real o no.
Si las comprobaciones hechas son favorables, el paso
siguiente debe ser la búsqueda de fuentes ajenas concordantes. La norma
de contrastar los datos en tres fuentes independientes entre sí, impuesta por The
Washington Post a sus profesionales tras el Watergate, es una simple regla
para evitar caer en el error. Mientras no se obtenga esta triple confirmación,
el periodista debería poner en duda el dato y no utilizarlo. La dificultad
nunca debería ser una excusa para dejar de poner en práctica esta regla.
Es de notable eficacia introducir en el enunciado
errores y lagunas, perfectamente estudiados, para detectar el grado de
conocimiento y fiabilidad de la fuente confirmante. Cuando se ha conseguido la
triple confirmación, con seriedad y rigor, nadie puede recriminar el trabajo
del periodista investigador.
El último paso de este proceso de validación de un
hecho procedente de fuente oral, será la búsqueda de una prueba documental
que la apoye totalmente o, al menos, de forma suficiente. Le seguirá la validación
posibilista del contenido según lo ya apuntado. Todo dato documental debe
ser sometido a una validación del soporte documental, que se realizará en tres
campos o aspectos diferentes:
1. Un contraste con el documento original. Lo más
frecuente es que el periodista reciba fotocopias, pero hay varios problemas:
las copias son siempre soportes muy fáciles de manipular y nunca puede saberse
con facilidad si lo que contiene se ajusta a la realidad o no. Ambos problemas
sólo pueden resolverse mediante un estudio detenido de probabilidades. Comparar
la copia con la original es una buena forma de asegurar la autenticidad, pero
no puede realizarse a menudo. Aún así, encontramos medios indirectos, como por
ejemplo, comparar letras o tipos mecanográficos.
2. Un contraste con los implicados en el contenido del
documento. Una fórmula arriesgada y efectiva a partes iguales. Hay que
estar más pendiente de los gestos que de las palabras.
3. Finalmente, podrá recurrirse al análisis
especializado. Engloba todo proceso analítico tendente a determinar la
autenticidad y/o circunstancias de un documento determinado. Son habitualmente
caros y no todos accesibles (fotografía infrarroja, procesos químicos,
espectrografía, criminología…).
Si una vez realizado todo el proceso descrito, aún no
se ha podido validar el documento, el dato debería ser puesto en duda, ya que
se estaría frente a un simple rumor. Pero si, por el contrario, diera un
resultado positivo, se estaría ante un dato confirmado, eso es, en posesión de
una noticia.
CAPÍTULO 6: ÁREAS DE
INTERÉS BÁSICO DE UN OBJETIVO A INVESTIGAR (TÉCNICAS DE DOSSIER)
Casi cualquier tema, por sí mismo, suele ser demasiado
amplio para permitir que sea trabajado con facilidad y coherencia. Surge así la
necesidad de tener que delimitar campos de acción, hay que ceñirse a objetivos
más claros y concretos. Si no se define muy estrechamente el objetivo a
investigar, será más difícil llegar a buen fin. Hay que concretar un ámbito
reducido y un hilo conductor. Por ejemplo, si investigamos la corrupción de la
Administración puede ser de muchas cosas: policía, ministerios, justicia,
empresas públicas, etc. Por eso hay que concretar.
Todo tema de investigación presenta una abigarrada
gama de zonas de calidad informativa y estructura operativa muy variadas y
notablemente diferenciadas. Por ello, se debe ser muy estrictos y concretos en
el diseño de objetivos.
El trabajo se iniciará, lógicamente, una vez definido
suficientemente el objetivo a investigar. Y, así, distinguiremos tres
clases de objetivos en función de que sean referidos a hechos, personas o
entidades:
- El objetivo es un hecho:
lo primero que debería emprenderse es la descripción del suceso,
el qué. El máximo posible de detalles que dibujen con precisión el
hecho. Seguidamente, nuestro interés se centrará en la descripción e
identificación de los sujetos pasivos y activos; así se conocerán quiénes
son los protagonistas del hecho, quienes los han sufrido y quienes lo han
desarrollado activamente, fuentes y testigos. De la calidad de unos y
otros dependerá la valoración noticiosa. Un elemento que se olvida con
frecuencia es el cómo se ha producido, una adecuada descripción del
modus operando que puede llevar al periodista desde una sospecha hasta una
realidad. La situación espacial, junto a la situación temporal, dará
las necesarias coordenadas del dónde y cuándo. Por último, estarían
los hechos concomitantes, todos aquellos sucesos que, de una forma
u otra, se relacionan estrechamente con el hecho definido como objetivo.
- El objetivo es una persona:
encontramos dos esferas, la esfera privada y la esfera social. La esfera
privada nos dará los indicios necesarios para poder saber quién es
o cómo es individualmente la persona. La vida personal/familiar del
sujeto, forma de vida, relaciones familiares, un retrato del personaje que
junto a sus creencias/ideologías nos ayudarán a comprender sus
comportamientos. Hay que tener en cuenta que los datos de esfera privada
nunca son materiales publicables. La intimidad goza de una robusta
protección jurídica. Ello, no obstante, para las necesidades y técnicas
del periodista investigador, tendrá un valor descriptivo notable. La esfera
social, aunque independiente y bien diferenciada de la privada, tiene
lógicas y continuas interrelaciones. Este apartado llevará a averiguar qué
hace la persona investigada, la actividad profesional, la pública, la
financiera y los ambientes frecuentados. La actividad profesional
es en la mayoría de casos un aspecto fundamental que llena gran parte de
la actividad diaria. La actividad pública da la medida oficial de
la persona investigada, su imagen conocida y/o la que el interesado quiere
que se conozca. No suele dar sorpresas interesantes, pero son datos
necesarios. La actividad económica no deja de ser un elemento de la
esfera social debido a la forma como se expresa. Analizar estas cuestiones
será difícil si no se cuenta con informantes próximos al sujeto.
- El objetivo es una entidad:
dos direcciones, el área estructural y el área social. El estudio del área
estructural nos aportará datos sobre el cómo es la entidad en
cuestión. Conocer el origen de una entidad, al igual que saber sus fines,
contribuirá a perfilar las líneas ideológicas básicas y los métodos
presumiblemente utilizados o a disposición de la entidad. Es capital
obtener datos sobre el apartado de medios/financiación. Otro
aspecto a tener en cuenta es su constitución orgánica. Una visita a
los registros mercantiles, de asociaciones, fundaciones, etc., acostumbra
a aportar datos de sumo interés sobre el funcionamiento orgánico,
estatutos, capital y medios, gestión y otros detalles. La estructura
orgánica también es importante para saber los cargos de
responsabilidad y quiénes los ocupan. Cuando estudiamos el área social
de la entidad, obtendremos respuestas sobre el qué hace y cómo
lo hace. Podemos hacerlo con la actividad de intercambio, el
espacio de intercomunicación entre la entidad y la sociedad con relaciones
comerciales, relaciones políticas, relaciones culturales y
relaciones sociales. Y también la actividad de imagen, centrada
en todos los esfuerzos de la entidad por imponer una cierta imagen que la
defina.
Si se siguen cabalmente los pasos descritos se llegará
a obtener ese preciado y casi mítico objeto que, en la profesión periodística,
se conoce comúnmente por el galicismo de dossier.
Capítulo
7: Técnicas y estrategias de investigación periodística
Para investigar no sólo hace falta usar un método
adecuado, también hay que aplicar una serie de técnicas y estrategias que sean
capaces de situar al periodista en el punto exacto en el que transcurre el
hecho investigado.
Hay
siete tipos de estrategias:
- Uso de confidentes
Esta estratega es la más común, lo que se debe, en
gran medida, a la comodidad que supone para el periodista tener una agenda de
informantes, y a su notable eficacia.
El confidente sirve para obtener información de un
sector más o menos amplio de la realidad, pero siempre limitado, por lo que
esta estrategia sólo sirve en los campos en que se tenga algún confidente.
En el trato con los confidentes hay que guardar unas
mínimas normas de sentido común. Su efectividad radica en la discreción con la
que lleve a cabo su trabajo y la relación con el periodista: no es aconsejable
dejarse ver juntos en lugares públicos ni en sus respectivos lugares de
trabajo. No hay que citar el lugar del encuentro por teléfono. Lo preferible es
tener varios lugares determinados previamente y nombrarlos de forma no
identificable (EJ. ¿te viene bien mañana en el uno?). No hay que decir el
nombre, etc. Ya que, un confidente sólo estará seguro mientras no le conozca
nadie ni sus jefes. La relación con los confidentes es estrictamente personal.
Si el confidente no puede darte todas las garantías de
seguridad, mejor abortar el proyecto común. O aplazarse hasta que las
circunstancias lo permitiesen. Ninguna actividad periodista debe poner en
peligro la integridad física de la persona que colabore con el investigador,
únicamente cuando el confidente así lo decide: situación sin red.
Antes de utilizar un documento filtrado se ha de tener
la precaución de intentar averiguar la cantidad de personas que han podido
tener acceso a él y los lugares por donde ha circulado.
Hay que tener también cuidado cuando se le encarga a
un redactor de mesa la corrección de un trabajo realizado por el investigador,
ya que, puedo cortar las líneas en las que se ubican los códigos de protección
del confidente.
Para el caso de los informantes, cuando se queda con
ellos por primera vez lo suyo es hacerlo en la redacción. Si no quiere, lo
ideal es quedar en un sitio público controlado por algún colega que pueda
grabar la conversación o hacer fotos (esto es fundamental para protegerse en el
caso de que se trate de una encerrona). Es buena idea llegar al menos media
hora antes de la cita para inspeccionar el lugar, elegir la posición más
adecuada para el periodista y detectar si hay movimientos extraños en la zona.
Por último, hay que tener presente que a cada
confidente hay que darle un trato personalizado, para fomentar la relación de
confianza que se precisa. Un confidente es algo más que un mero proveedor de
información.
- Infiltración propia
La infiltración del propio periodista en el centro del
hecho investigado es una técnica muy efectiva para altamente arriesgada.
Esta estrategia se define con el hecho de que el
propio periodista adopte, durante un periodo de tiempo más o menos largo, una
personalidad y/o costumbres ajenas a las que le son habituales y esconda
totalmente su identidad profesional y objetivos. Cada caso de infiltración
requiere una planificación y capacitación específica de acuerdo con la
naturaleza del medio donde uno va a infiltrarse. Una vez que se ha definido con
claridad el ambiente donde infiltrarse hay que trabajar apoyándose en tres
bloques de datos:
- la máxima información que
se pueda obtener sobre el objetivo a infiltrar. Cuando más se conozca de él,
más cerca se estará de prever lo imprevisible.
- toda la ayuda y medios
que se van a necesitar y de los que se podrá disponer en realidad (seguridad).
Se debe relacionar todo lo que pueda ser de utilidad para provocar las
situaciones que se necesiten. Hay que tener claro: medios para mantener a salvo
las pruebas, medios parta comunicarse con el exterior sin despertar sospechas,
medios de seguridad, etc.
- aspectos necesarios para
aparentar eficazmente la personalidad que posibilitará la infiltración. Tenemos
que diseñar una personalidad hecha a la medida del ambiente en el que se va a
infiltrar (apariencia física retocada, cambio de los datos personales, historia
de vida inventada, etc.).
- Infiltración de
terceros (dirigida)
Esta
estrategia no precisa que sea el propio periodista quien se mimetice en el
ambiente a investigar, pero exige de él una participación activa en la
consecución de las informaciones buscadas. Consiste en infiltrar a una tercera
persona, dirigida, orientada y capacitada por el periodista.
El
infiltrado provee de datos al periodista desde un campo al que ha llegado a
situarse por voluntad específica de éste y no por actividad habitual de aquél.
Esta forma admite variables en función de dos aspectos clave: el punto de
procedencia del infiltrado y su cualificación humana y técnica.
Tercero
a infiltrar:
· Procedencia. Si es miembro
del ambiente a infiltrar tendrá una capacidad de infiltración mayor con
menos esfuerzo y riesgo. La dificultad, en estos casos, reside en localizar a
una persona del ambiente deseado a la que poder proponerle con seguridad la
infiltración.
Un sujeto que esté próximo
al ambiente objetivo tendrá más facilidades para el acercamiento del
periodista con su propuesta y sin despertar sospechas.
Cuando el infiltrado es ajeno
al ambiente objetivo la dificultad de penetración es mayor y exigirá una
superior inversión de tiempo, medios e imaginación.
· Cualificación. Esto se
refiere a si la persona está capacitada o no, tanto en lo que a aspectos
humanos se refiere (dotes, seducción, capacidad de inspirar confianza,
presencia física, etc.), como a su faceta técnica (conocimientos, métodos en
las relaciones internas).
A falta
de infiltrables perfectos, el periodista tendrá que decidir la estrategia de
infiltración. Determinar si el proyecto es viable y con qué persona puede ser
más fácil, menos arriesgado y más rentable.
Utilizar
la estrategia de infiltración de terceros es un trabajo en equipo en el que el
periodista asume el papel de director de orquesta. En la preparación previa de
la infiltración hay que calibrar las posibilidades reales del sujeto, sus
expectativas de seguridad y los mecanismos de comunicación necesarios para que
el periodista pueda interactuar a distancia por medio de su infiltración. Entre
ambos debe haber una relación discreta, de forma que el infiltrado se convierta
en la prolongación del método investigador del periodista.
- Participación en los
hechos investigados
Consiste
en que el periodista tome parte activa en los hechos que investiga. El periodista
se convierte en coprotagonista del hecho informativo. Su actuación desencadena
el hecho noticioso con la pretensión de poderlo probar a partir del propio
testimonio directo del profesional.
Esta
estrategia también puede ser usada por el periodista con el fin de provocar a
su entorno elegido y publicar luego el balance de sus hallazgos, que a menudo
arrojan resultados muy curiosos. Otras veces, la provocación pierde la carga
notablemente lúdica que la caracteriza para convertirse en un instrumento de contraste
y valoración de situaciones.
Participar
en los hechos investigados es una manera tan buena como cualquier otra de
descubrir y probar su existencia, y tiene la ventaja de que permite al
periodista respirar directamente el entorno del hecho, y por ello, puedo
calibrar con más exactitud los sucesos.
- La zorra en el
gallinero
Esta
estrategia consiste en hacer circular una determinada información (la zorra)
por dentro del colectivo o ámbito que se está investigando (el gallinero); su
fin es el de provocar una serie de reacciones detectables desde los puntos de
control previamente fijados, y poner al periodista en el punto de mira de
posibles amigos y/o enemigos hasta entonces desconocidos.
Es una
estrategia muy delicada, ya que puede escapar fácilmente del control del
periodista. Por ello, sólo debería emplearse cuando una investigación se ha
quedado atascada sin remedio o cuando no se tiene ningún canal apropiado para
iniciar el trabajo.
Una
variante de este técnica consiste en aplicarla sin posibilidad de feedback, es
decir, haciendo correr la información elegida por el ámbito investigado, pero
impidiendo que pueda llegarse a contactar (a favor o en contra) con el
periodista emisor ya que no se dan indicios de su identidad. Esta fórmula puede
utilizarse en dos supuestos: como modo de saber la relación que tiene alguna
persona con determinada información, a partir de los movimientos detectados; y
como maniobra de desgaste (y por tanto de defensa preventiva) ante oponentes
que se intuye o se sabe peligrosos.
La
aplicación de esta estrategia es simple, pero debe diseñarse a medida de cada
situación, objetivo y periodista que la emplee y exige dos habilidades: tener
buenos contactos y suficientes resortes de seguridad.
- El periodista
ingenuo
Su
diseño se basa en la constatación de que la mayoría de las personas se inhiben
delante de un apersona seguro o inquisidora y hablan más de lo que les conviene
delante de una persona apocada o que hace gala de cierta ingenuidad personal o
profesional.
Así
pues, todo el secreto de esta táctica reside en saber presentarse ante el
entrevistado como un periodista ingenuo; calificativo que, según el
diccionario, es aplicable a “persona son malicia ni doblez que piensa que todos
son como él”.
Este
método se usa como fórmula para contrastar la sinceridad de un entrevistado con
su realidad. En periodismo de investigación se parte de la premisa de que el
entrevistado (implicado) puede y deber estar mintiendo o diciendo medias
verdades para protegerse. En este sentido, la estrategia del periodista ingenuo
permite realizar un interrogatorio sutil en el que las preguntas más fuertes
pierden su carga de acusación para convertirse en meras sospechas opinables.
En
otros casos, la entrevista/pantalla sirve de base para solicitar al sujeto una
nueva entrevista a propósito de “algunos datos nuevos que contradicen sus
anteriores declaraciones”. Esta nueva ocasión es aprovechable para romper
algunas de las defensas del entrevistado, contrarrestar algunos datos y hacerle
penetrar en zonas de información más delicadas e interesantes.
Esta
táctica puede repetirse tantas veces como se quiera pero sin olvidar la postura
de ingenuidad ni mostrar al entrevistado toda la información que se tiene de
él.
- Suplantación de
personalidad
Ésta es
una estrategia especialmente delicada porque, al usarla, puede caerse con mucha
facilidad en alguna transgresión de la Ley. Consiste en hacerse pasar por otra
personalidad (habitualmente en referencia a sus funciones o atribuciones). Es
decir, consiste en hacer que los demás crean que el periodista goza de una
identidad y/o cualidad que no le es propia.
Usar
esta estrategia con exquisitez requiere tener una base suficiente de psicología
práctica y de dominio del lenguaje manipulador (hacer que un receptor
decodifique erróneamente un significado incluido en el mensaje del emisor).
- Ayudas
instrumentales (fotografía, grabación, vestuario y vehículo)
En todo
proceso de investigación hacen falta instrumentos que posibiliten el desarrollo
del trabajo y la adquisición de pruebas.
· La fotografía es el
soporte básico del periodista investigador. Siempre es aconsejable trabajar con
un equipo profesional y en función de las necesidades del trabajo a realizar.
Sin embargo, en periodismo de investigación no es siempre aconsejable trabajar
con un fotógrafo, ya que hay situaciones que por falta de tiempo o simplemente
pro seguridad, el investigador es el único que tiene la oportunidad de hacer
fotografías.
· La grabación es el
segundo apoyo clásico en el trabajo del periodista. En periodismo de
investigación, la grabación añadirá al contenido recordatorio otra función
tanto o más importante: la de constituirse en elemento probatorio. La necesidad
de arroparse entre pruebas que tiene todo investigador podría llevarnos a la
conclusión errónea de que debe grabarse todas las conversaciones que se
mantengan durante el proceso. Como en todos los procesos de la profesión hay
que saber utilizar el sentido común y dosificar necesidades y posibilidades.
Hay varios enfoques desde
los que valorar la necesidad o no de efectuar una grabación.
Desde una perspectiva que
busque agilidad y espontaneidad en la conversación con el entrevistado,
deberían grabarse todas aquellas conversaciones que se intuyan ricas en
matices, en datos, en aspectos técnicos o teóricos complejos. Interrumpir a un
entrevistado para anotar parrafadas es desacertado, pero abreviarlas e
improvisar luego, es aún peor. Y desde un enfoque que busque la seguridad
futura del periodista (ante una demanda, por ejemplo) deberían grabarse las
conversaciones que se intuyan conflictivas o probatorias.
De esas dos visiones se
desprende que no hay que grabarlo todo. Una información sobre un tema de
actualidad puede destruirse inmediatamente después de su publicación, a menos
que quieras guardarlo por un motivo extra (como por ejemplo la popularidad del
protagonista). Si es un asunto conflictivo, habría que guardarlo algunos días
para ser si surge alguna protesta o desmentido en relación al contenido de la
entrevista guardada. Y, si el tema grabado es querellable, habría que guardar
la cinta en un lugar seguro y sólo accesible al periodista, al menos, hasta que
no prescriba el plazo para iniciar acciones judiciales.
Una grabación puede hacer
de dos formas: con el consentimiento expreso del interlocutor o sin él. La
primera modalidad nos dará una grabación utilizable para cualquier cometido
profesional. La segunda nos proveerá de una grabación de seguridad, de un
mecanismo de defensa.
Para efectuar una
grabación sin el consentimiento expreso del interrogado no hay que tener
presente más que dos cosas: las necesidades de defensa propia y los límites
legales de la divulgación ilegítima.
Para demostrar que los
datos publicados son reales simplemente hay que grabar la entrevista de forma
sutil, con la grabadora camuflada en un bolsillo o bolso. Aunque una
conversación grabada sin autorización puede plantear problemas si se publicita
como tal, pero no tiene por qué entrañar riesgos si el periodista es uno de los
protagonistas de la cinta (y por ello, testigo directo del hecho). Muchos
jueces no aceptan las grabaciones pero sin duda es un arma que puede utilizarse
para desmantelar la versión del contrario, ya que, además de dar nuestra
versión de los hechos, con la grabación se demuestra como la verdadera.
En algunos casos, cuando
la información es de un tema muy conflictivo, la fuente firma todas las hojas
de la transcripción ante un notario, como protección supletoria.
Por último, hay que
destacar que es obvio que nunca hay que grabar a un confidente sin su
consentimiento porque si lo descubre se derrumbará todo el trabajo de
investigación previo.
· El vestuario es una ayuda
que puede resultar de enorme utilidad. La apariencia física es fundamental en
el lenguaje no verbal para poder establecer relaciones satisfactorias. El
periodista investigador debe ajustar su vestuario en función del ambiente en
que va a moverse y en función de la personalidad que represente o con la que
vaya a entrevistarse.
· El vehículo como ayuda
instrumental para el investigador es todo aquello que sirve para el transporte,
seguimiento, guardia, base y defensa.
Normalmente se utiliza
para hacer guardias de vigilancia en algún punto determinado relacionado con la
investigación. Por último, el coche también puede usarse como medio de
seguridad, a la hora de maniobrar rápidamente, por ejemplo.
Si utilizamos un coche en
nuestro trabajo investigador no debemos olvidar que las puertas deben
permanecer cerradas con seguro y con los cristales subidos, siempre debe estar
estacionado en una zona de fácil maniobra, para Salir rápidamente si es
necesario. En una vigilancia con riesgo, es mejor mantener el motor en marcha.
Hay que mirar constantemente pro los retrovisores para evitar seguimientos,
etc.
Capítulo
8: Seguridad del periodista en su trabajo
Áreas
necesitadas de seguridad:
- La integridad psicofísica depende del cumplimiento
suficiente de unas pautas de trabajo racionales y adecuadas. Para conservar la
integridad psíquica es preciso saber poner freno a la paranoia y la vanidad que
rondan con frecuencia al periodista investigador. El trabajo de investigación
tiende a ser obsesivo y puede atrapar al periodista en un corsé mental
limitador que le aleja de las pautas de análisis objetivo de la realidad
global.
Por otra parte, a causa
del propio riesgo inherente puede caerse en la paranoia de creerse siempre
perseguido o en peligro. También puede ser todo lo contrario, esto es caer en
la vanidad del que piensa: usted no sabe con quién está hablando.
Para evitar ambos
extremos la frialdad es el elemento equilibrador por excelencia para el
periodista investigador.
Cuando se acude a una
cita con un desconocido es preferible quedar en lugares públicos y vigilables,
llegar al menos una hora antes para poder detectar movimientos extraños en la
zona, ni dejar la espalda al descubierto ni dar facilidades para ser
fotografiado ni grabado, no llevar tarjetas identificables, etc. Además, si la
cita es de riesgo es aconsejable que un tercero sepa en todo momento qué estamos
haciendo para que pueda servir como mecanismo de seguridad en caso necesario.
- La defensa jurídica es un elemento fundamental dentro
del trabajo del periodista investigador. Todo periodista debe tener
conocimiento sobre el marco jurídico en el que vive. En el trabajo de
periodismo de investigación es inevitable el ser sujeto pasivo de acciones
judiciales por parte de los perjudicados, peor lo que sí se debe evitar es
perder una demanda por haber trabajado con demasiada ligereza.
Ganar un pelito es fácil,
sólo requiere dos precauciones: tener pruebas de lo que se afirma y decirlo de
forma que no sea injuriosa.
Algo que podemos utilizar
siempre en un pleito contra nosotros es el periodismo ofensivo que sirve para
dignificar al profesional y actúe según la responsabilidad y compromiso social
al que le obliga la ley. Esto es, que al preparar mi defensa la preparo como un
ataque que me sirve para salir ileso del juicio y para llegar más lejos en la
propia investigación.
- El futuro profesional.
Aunque uno sea el mejor periodista del mundo si no tiene un empresario que le
ofrezca una parcela de su medio de comunicación y un director que le permita
trabajar, jamás llegará a nada. Trabajando en periodismo de investigación se
crean muchos enemigos, tanto fuera como dentro de la profesión. Por eso, un
periodista conflictivo tiene su futuro profesional pendiente de un hilo.
Capítulo
9: Mecánica para la elaboración de una base documental: archivos y técnicas de
archivado práctico
La
mecánica de archivado se inicia siempre a partir de fuentes diversas que
proveen al periodista de algún documento original. El estudio de este documento
original llevará a considerarlo como un desecho, en vaso de no interesar, o zl
inicio del proceso mecánico de archivo propiamente dicho.
El
primer paso consistirá en tamizar el documento a través de un filtro temático y
averiguar su temática y la referencia por la que puede guardarse. Esta
referencia se denomina base documental específica. Pero antes de guardar el
documento definitivamente hay que pasar tres fases:
1) La clasificación,
para definir la naturaleza del documento. Ésta puede ser
- referida al contenido
documental, dándole más importancia a referencias basadas en datos de personas
y entidades y/o características de hechos;
- referida al origen y/o
credibilidad documental. Dentro habrían: informes solventes (procedentes de
especialistas y expertos) y publicaciones de prensa.
- Referida a la disposición
de una agenda de fuentes amplia y fácil de consultar en todo momento.
Es importante
tener en cuenta que es fundamental que oda base documental esté constituida a
partid de distintos niveles referenciales que permitan un acceso rápido y
lógico. También es aconsejable ordenar los archivos cronológicamente.
2) El referenciado
del documento en función del tipo de archivado que se elija. Si se utiliza un
archivo único, es decir, guardar un documento en una sola carpeta o referencia,
no habrá mayor problema, pero si se elige trabajar con archivado múltiple,
guardando un documento en varias referencias a la vez, podrá optarse por
diversos métodos.
Usar una nota de
referencia es lo más sencillo y lógico. Consiste en almacenar el documento en
una referencia concreta (la que predomine en su contenido), y al mismo tiempo,
añadir una nota escrita en otras carpetas que remita a la primera (“ver tal en
tal”).
Otro posible método es la
referencia documental, que consiste en sustituir la nota antes mencionada por
una copia del documento original.
Es útil que el periodista
lea los documentos con un lápiz fluorescente en la mano para marcar los nombres
y aspectos claves contenidos en el documento.
3) El depósito es la
fase final del proceso mecánico de archivo. Esta operación depende de dos
bloques:
- El sistema físico del
archivado determinará tanto el modo de guardar como el de acceder a la
documentación. Se debe elegir el que haga más fácil la tarea de acceder a los
documentos. El sentido común, el presupuesto y la bibliografía apropiada,
deberán ser consejeros indispensables a la hora de elegir un sistema de archivo
u otro.
- El sistema adicional de
seguridad para asegurar la conservación y protección de los archivos. No
olvidar que no hay que tener papelera porque en ella podemos tirar papeles que
contienen información importante, es siempre mejor trabajar con una trituradora
de papel para destruir los documentos. Estrategias de seguridad:
§ Realizar un duplicado de
cada documento es la medida idónea para evitar su pérdida. Original y copia
deberán estar guardados en diferentes lugares.
§ El diseminado de
documentos consiste en repartirlos por diferentes lugares de forma que sea
imposible encontrar todos. Es dividir un documento en diversas partes.
§ El depósito protocolizado
es una técnica de seguridad muy indicada para documentos cuya posesión pone en
riesgo al periodista y consiste en depositar los documentos en un sobre cerrado
en una notaría al tiempo que se hace un acta de manifestaciones que regula las
condiciones de operatividad del depósito.
§ Añadir claves de acceso.
§ El referenciado erróneo.
Es decir, guardar un archivo con un nombre truco que sólo conoce el periodista.
Ej.: guardar un documento sobre tráfico de armas con el nombre de parques
acuáticos.
--- En
conclusión ---
La
primera medida es realizar una selección documental que contenga informaciones
mínimas para abordar el trabajo de investigación. Acto seguido se procederá al
fotocopiado de los documentos elegidos (medida de seguridad).
Un
dossier de trabajo debe cumplir cuatro condiciones: que sea práctico,
suficiente, manejable y discreto. Su finalidad es la de poder llevar a
cualquier parte que convenga una minibase de datos que permita trabajar con
garantías lo más diversos aspectos implicados en la investigación. El trabajo
sobre este dossier nos llevará a obtener un dossier de investigación elaborado,
que contendrá todas las anotaciones y correcciones efectuadas durante la
investigación, por ello, será el instrumento básico para la utilización de la
información adquirida.
Este
dossier se convertirá después en el archivo en sí.
Capítulo
10: El periodista como agente transmisor de información (no elaborada) dentro
de la esfera social dinamizante
Un
periodista desempeña una serie de funciones de notable transcendencia en el
seno de la sociedad y en especial de la esfera dinamizante, entendido como tal
a un colectivo heterogéneo de personas que, por sus posiciones, cargos o
actividades, controlan procesos sociales de posible importancia.
La
interacción del periodista con estos receptores sociales destacados no es
neutral. La información no elaborada que un periodista pasa a determinados
elementos de la sociedad, desencadena una serie de actuaciones inducidas que
escapan a todo el control del emisor.
Los
receptores de tales informaciones procesarán los datos recibidos y actuarán en
función de sus propias necesidades, que a veces podrán coincidir con la línea
de intereses del periodista, pero en otras podrán serle contrarias.
El
proceso de inicia a partir de un emisor periodista que está en posesión de lo
que llamaremos una información primaria (un dato que no es conocido por su
interlocutor). Esta información podrá pasar hacia la sociedad a partir de tres
posibles marcos de actuación previos y/o ajenos al trabajo periodístico.
1. Marco de actividad
funcionarial. El periodista realiza su actuación comunicadora por
y/o desde una plataforma de funcionario y/o de servidor de los intereses de un
tercero. Ejemplos: funciones de portavoz, gabinetes de prensa institucionales o
privados, relaciones públicas,
La función teórica de un gabinete
de prensa institucional es la de facilitar la comunicación entre la
institución y la prensa facilitando a ésta última la información que desea la
institución. También filtrar los posibles contactos entre ambos.
En ocasiones los gabinetes
facilitan datos exclusivos a un periodista, pero lo más habitual es que actúen
intentando desinformar al receptor de sus mensajes a través de medias verdades
y el off the record.
Su labor, para el gran
público, tiene un signo positivo: dar información, pero para los profesionales
de la investigación el signo es negativo: defraudan información.
Las funciones del
periodista que trabaja para un gabinete de prensa privado no se
diferencia mucho, aunque su influencia es mucho menor que la de los gabinetes
institucionales.
El marco de trabajo como agente
de relaciones públicas/imagen es similar a los anteriores, sólo que su
actividad está más profesionalizada. La mayoría de los que trabajan en este
campo de actividad funcionarial son antes profesionales de la publicidad y las
relaciones públicas que del periodismo.
Por último, está el agente
intoxicador, que desarrolla su labor dentro de la mecánica off the
record. Su cometido es el de hacer correr determinadas informaciones
interesadas y acreditar o desacreditar a fuentes, personas entidades
preseleccionadas. Es muy difícil de detectar.
2. Marco de actividad
profesional en el que se mueve cotidianamente un periodista. En
este sentido se diferencian dos tipos de actuaciones:
- La motivación pasiva,
que es un comportamiento involuntario o no controlado por el periodista que
lleva a comunicar la información primaria al interlocutor social.
Uno de los motivos
pasivos más frecuentes es el descuido verbal, que se da cuando el
periodista, en un acceso de entusiasmo informativo no controlado, facilita
alguna información que debería haber reservado.
El descuido material
es cuando el periodista pone al alcance de su interlocutor social algún tipo de
prueba o evidencia que le informe sobre la cuestión reservada.
La filtración ajena se da
cuando la información primaria no es facilitada por el propio periodista sino
por una tercera persona a la que éste había confiado previamente la
información.
- Motivación activa, es la comunicación de
una información primaria con la absoluta participación y convencimiento del
periodista. Tipos:
La motivación
voluntaria se da cuando el periodista considera que debe informar a su
interlocutor social de todo o parte de lo que sabe.
La motivación
estratégica se da cuando el periodista facilita una información primaria en
el marco de una estrategia previamente fijada para alcanzar un fin concreto.
La motivación pactada
se basa en un pacto entre el periodista y receptor social a fin de lograr un
intercambio equitativo de datos y/o en el pacto de cambiar la información
primaria por la exclusiva informativa de la acción que desencadena el receptor
social a partir de su conocimiento. Este tipo de pacto es habitual entre
periodistas y abogados, políticos y sujetos pasivos afectados por la
información.
La motivación
ideológica hay que atribuirla a la afinidad ideológica entre periodista y
receptor social. Es una fórmula muy corriente en la profesión y posibilita que
determinas informaciones circulen, primero, entre periodistas afines para,
después, llegar hasta los receptores sociales ajenos a la profesión. Por este
canal circula la rumorología que caracteriza a este país.
La motivación
económica, el informar a cambio de dinero, no es demasiado corriente entre
los periodistas.
3. Marco de actividad
paraprofesional, en el que se contemplan funciones añadidas al
desarrollo habitual de la propia profesión, que se caracterizan por su
servidumbre a fines interesados de cualquier índole. Hay dos tipos:
1. Declarada:
- Agente de relaciones
públicas/ imagen que, que actúa como un profesional de la actividad
periodística, realizando en determinados momentos trabajos añadidos de imagen
en beneficio de terceras personas. Su actividad es pública y notoria. Se da en
periodistas que se dedican a temas específicos muy ligados al mundo comercial
(libros, música, automóviles, etc.).
- Agente ideológico. Trabajo paraprofesional
del periodista que en función de su conocida militancia ideológica, sirve de
puente asiduo entre informaciones primarias y los receptores sociales de su
misma cuerda. No pueden confundirse con los columnistas, que sirven como
informantes a los fines de las ideologías en las que militan, con los
quintacolumnistas, que pretenden hacer ideología dentro del marco que
comparten.
2. Encubierta (realizada al mismo tiempo que la labor
profesional pero de forma muy discreta, profesionalizada y asalariada):
- Agente intoxicador. A diferencia del que
definimos en el marco de la actividad funcionarial, éste asume ser el firmante
de la intoxicación que, lógicamente, no pasa por tal sino por “información
procedente de fuentes de toda solvencia”.
- El Agente de relaciones
públicas/ imagen que actúa de manera encubierta tiene características
similares al definido anteriormente dentro de la actividad declarada, sólo se
diferencia, lo que ya es mucho, por su actividad solapada, imperceptible y
mucho más eficaz.
- El confidente es un periodista que, de
modo interesado facilita información continuada a determinados receptores
sociales. Es un periodista que utiliza sus contactos para recabar información
para, acto seguido, transmitirla en la esfera social dinamizante.
Sea
como fuere, lo destacable es que, después de pasar por algunos de los apartados
definidos en el esquema analizado, la información primaria emitida por el
periodista se habrá convertido en una información secundaria (con contenido
intencional añadido al informativo) lista para ser procesada por cualquier
receptor social elegido como destinatario.
Siete
receptores sociales como una muestra de los contactos más habituales que
mantienen los periodistas a partir de su rol profesional.
1. La figura del abogado
es una de las más apreciadas para e periodista. Por su mediación se logran
informaciones muy notables, contactos, entrevistas, acceso a sumarios, etc. El
abogado se convierte en un valioso confidente que el periodista está obligado a
guardar en el anonimato.
El periodista también le
es de suma importancia al abogado porque lo utiliza como una vía para presionar
sobre un proceso judicial en curso, para publicitar las tesis de su defensa y
lograr una corriente de opinión favorable y para crearse fama y prestigio.
2. Los contactos entre
periodista y policía se tramitan de modo público a través de los
departamentos de prensa y mandos correspondientes, los contactos permanecen en
el terreno de off the record, actuando el policía como un confidente del
periodista.
3. La interrelación entre
periodista y funcionariado judicial es bastante pobre. En la práctica
totalidad de los casos es el periodista quien usa al funcionario judicial para
acceder a procesos en curso o informaciones diversas y no al revés.
4. Con un funcionario de
la Administración la interrelación informativa del periodista tiene más
fluidez y probabilidades de desencadenar actuaciones inducidas.
5. La interrelación de un
periodista con un político es muy fluida y eficaz. El informador
encuentra en el político la materia prima para llenar las necesidades
informativas. El político satisface sus necesidades imprescindibles de
publicidad, propaganda y notoriedad. Esta relación lleva a un inevitable
intercambio de confidencias que va mucho más allá del marco profesional.
6. La interrelación entre periodista y periodista
se limita a las relaciones del marco de actividad funcionarial.
7. Existe la práctica, impuesta al periodista desde los
jefes de redacción o directores, consistente en influir en el sujeto pasivo
para que realice algún tipo de acción como medida previa y condicionada a la
publicación del caso. Esta presión se traduce en inducir al sujeto pasivo a
entablar una acción judicial en la que se especifique y motive el contenido que
el periodista está interesado en publicar.
Capítulo
11: La publicación de la investigación
Habrá
que elegir el medio de comunicación idóneo para la publicación de la
investigación, redactar el trabajo en función de los factores determinantes del
medio elegido, superar probables barreras de censura, prepararse para afrontar
posibles problemas derivados de la publicación, etc. No basta con tener un buen
tema en la mano, ni con tenerlo impecablemente documentado, sino que hay que
encontrar a alguien que se avenga a publicarlo.
1. En busca del soporte informativo ideal
A la
hora de elegir un soporte para la publicación hay que tener en cuenta dos
bloques de circunstancias: las derivadas del formato del medio elegido y las de
los factores determinantes de cada uno de ellos.
- El formato del medio condiciona
absolutamente la forma que presentará el trabajo periodístico, tanto en
expresión, como en técnica y estructura narrativa.
· La prensa diaria
le concede al texto la mayor parte del peso informativo, dejando a la imagen
(fotografía, documento, etc.) una imagen complementaria. Cualquier medio
diario, con decenas de informaciones distintas amontonadas con mayor o menor
fortuna, y baja calidad visual del soporte (papel prensa), hacen que un trabajo
muy costoso pase bastante desapercibido para un lector medio. Cosa que a menudo
provoca frustraciones en el profesional. Una de las ventajas indiscutibles de
la prensa diaria es que permite un seguimiento continuo u cotidiano que
posibilita ampliar cualquier tema publicado con anterioridad. Las necesidades
de información (mucho tiempo y mucho dinero) que demanda este tipo de prensa
limitan enormemente el tiempo de trabajo que se le da al periodista para realizar
la investigación o para elaborarla.
· La prensa semanal de
información general. Entre sus características destacadas resalta el peso
notable que suele concederse a la parte gráfica, obligando al profesional a
tener que conseguir un material de suficiente calidad. Este esfuerzo se ve
compensado con el impacto visual. En lo relativo al espacio, suele ser más
generoso que en la prensa diaria. De todas formas, la actual y preocupante
imposición de la superficialidad informativa en las redacciones está reduciendo
sensiblemente el espacio informativo que puede dedicarse a cada tema.
Este difícil equilibrio
entre lo visual y lo narrativo no siempre se logra satisfactoriamente y es
corriente que la inclusión de algunas fotos de escasa calidad informativa pero
con un gran gancho visual, obligue a cortar espacios de texto indispensables
para la correcta narración de la investigación. Esto es más grave cuando el
espacio robado se destina a recuadros de opinión firmados por personajes ajenos
al trabajo de la investigación.
Una ventaja de la prensa
no diaria es que los trabajas que se publican en ella, adquieren una capacidad
de impacto superior a la de la prensa diaria. Mientras que algunos diarios se
han sabido ganar una sólida imagen de credibilidad, los semanarios no han
logrado este propósito a pesar de que los mejores trabajos periodísticos de los
últimos veinte años se han publicado siempre en revistas.
· El libro es el
soporte idóneo para que un periodista pueda plasmar un trabajo de
investigación. Su formato permite muy diversos tipos de estructuras narrativas
y lógicas que posibilitan desarrollar todos los matices y cuestiones del tema
investigado y también permite incluir en el trabajo del investigador estudios
sobre temas concomitantes al núcleo del libro, muchas veces imprescindibles
para comprender la tesis del autor.
El libro, a través de un
índice temático, la estructuración por capítulos y apartados, etc., posibilita
una argumentación, de los hechos y un acceso a los datos que no puede ofrecer
ningún otro soporte de investigación. El formato habitual del libro permite que
sea guardado con facilidad, al alcance de la mano interesada en el momento
preciso.
Una investigación
publicada en un medio de prensa tiene una vida útil muy corta, sin embargo el
libro, tiene una vida útil enormemente larga y, en general, de fácil acceso.
Por el contrario, la publicación en prensa llega a cientos de miles de lectores
generales mientras que el libro sólo puede llegar a alcanzar a unos escasos
miles de lectores, habitualmente muy específicos.
Un buen libro de
investigación hoy por hoy es prácticamente irrealizable si parte de su costo no
es financiado a través de actividades diversas que rentabilicen el proceso de
trabajo. Iniciar un proyecto de libro a la italiana, es decir, con un adelanto
del editor que sea suficiente para poder vivir, viajar e investigar en
exclusiva, no pasa de ser un sueño que pocas veces llega a materializarse. Sin
embargo, a pesar de todos los esfuerzos que conlleva, un libro es el soporte ideal
para la labor de un periodista de investigación, exigente y profesional. En los
últimos años, en España, ha ido creciendo considerablemente el número de libros
de investigación publicados pro periodistas (en editoriales como Ediciones B,
Temas de Hoy, Planeta, Plaza & Janes, etc.), pero aún no parece haber una
política clara de comercialización de este tipo de libros.
· La televisión es
un formato muy agradecido para publicar trabajos de investigación, pero somete
a una implacable tiranía en cuanto al tiempo disponible y a la superficialidad
obligada en el tratamiento de los temas. El tiempo en televisión es un bien
escaso y muy caro, por eso cualquier reportaje que se emita debe ser comprimido
al máximo. Esta dificultad es un límite enorme cuando trabajamos en periodismo
de investigación. Son escasos los programas de TV que permiten un reportaje de
más de 12 minutos (Informe Semanal o Panorama). Los reportajes de
investigación (meros dossiers) que introducen programas de debate oscilan
alrededor de los cinco minutos. Y las excepciones gloriosas son aquellos
programas que permiten reportajes de 30 minutos o más (Documentos TV, En
Portada, etc.).
El segundo Talón de
Aquiles de la TV lo encontramos en la obligada superficialidad con que hay que
tratar los temas. El lenguaje del medio exige un ritmo ágil y una visión de
conjunto que obliga a prescindir de las decenas de matices importantes que
trufan cualquier investigación.
El telespectador presenta
un bajo nivel de comprensión y asimilación, lo que refuerza el carácter
superficial de la información televisada. Un periodista puede meterse en
cualquier parte y pasar desapercibido, pero uno con cámara tendrá muchas
dificultades. Una publicación publicitada por televisión presenta el enorme
problema de tener una vida sumamente efímera pero, en contraprestación, el
impacto momentáneo que es capaz de producir no se puede igualar con ningún otro
medio.
· La radio es otras
de las posibilidades que el periodista investigador tiene para dar a conocer su
trabajo.- su ventaja es su total inmediatez y los escasos recursos que
necesita. Pero, por su propia naturaleza, no parece ser el medio idóneo para
lanzar trabajos de investigación; aunque sí es enormemente eficaz para el
tratamiento de trabajos de investigación publicados en otros medios.
- Factores determinantes de
cada medio que pueden incidir en la presentación de un trabajo
de investigación:
· La elección del medio
adecuado es, lógicamente, el primer determinante a considerar. El resultado
estará mediatizado por un cúmulo de factores que van desde la cualificación y
adecuación del trabajo de investigación al medio seleccionado, hasta la facilidad
que un determinado profesional pueda tener, en un determinado momento, para
poder acceder al medio elegido.
· El objetivo de la
publicación será un determinante del primer orden a tener en cuenta. La
intencionalidad o ideología del periodista serán los baremos que canalizarán
dicha selección. En este aspecto, adquirirá diferencias notables la estrategia
elegida por un profesional que sólo pretenda un objetivo periodístico, eso
es, informar sobre unos datos hallados en el transcurso de su trabajo, y la que
pueda ser adoptada por otro periodista que persiga un objetivo
extraprofesional, eso es, en general, provocar una reacción ajena y añadida
al impacto informativo derivado de la publicación del trabajo.
· El lenguaje (estilo del
medio) será también un factor determinante, ya que condicionará la expresión
del trabajo tanto en lo que respeta a su estructura narrativa como al tipo de
lenguaje empleado.
· La calidad del receptor
de la información añadirá un límite a las posibilidades expresivas del
periodista. Las audiencias cambian de forma muy rápida y notable incluso entre
dos secciones distintas de un mismo periódico, y es muy distinto el estado de
ánimo y situación en la que una persona cualquier lee el periódico, una
revista, un libro, escucha la radio o ve la televisión.
· La construcción de la
información, la manera en que se desee presentar un conjunto de datos para
producir un resultado global determinado, será también un factor determinante a
la hora de elegir un soporte para la publicación de un trabajo de investigación.
Por normal general, el libro es el medio que más libertad ofrece al periodista,
y la prensa diaria el que más dificultades.
ANEXO:
Conclusiones
· Hay que saber trabajar
mucho y emplear un método, unas técnicas y unas estrategias apropiadas para
cada caso; eso es, dominar un proceso que sea capaz de situar al periodista en
el punto exacto en el que transcurre un hecho determinado y donde estén los
elementos probatorios que puedan documentarlo de forma fehaciente.
· El periodista
investigador tiene que tener buenas dotes de observación, retentiva, memoria
visual, capacidad de planificación y previsión, dotes de improvisación,
discreción y tener los más amplios posibles conocimientos de campos
científicos, artísticos, labres o sociales en general.
· De entre los
condicionantes que interferirán en su trabajo, destacan: los medios de
investigación disponibles (económicos, técnicos, humanos, etc.), la naturaleza
del medio para el que se trabaje, el tiempo disponible, el objetivo a
investigar, etc.
· En las redacciones,
generalmente, no se valora adecuadamente el esfuerzo realizado por el
periodista investigador y ello genera frustración en lo profesional. El
profesional se encuentra muchas veces desprotegido, limitado y sin apoyo de su
propia redacción.
· Investigar no consiste en
acumular datos y más datos, sino que, debe ser un proceso coherente y continuo
que, hilvanado por una serie de estrategias adecuadas, lleva a detectar,
seleccionar, obtener y relacionar una serie de datos específicos capaces de cubrir
los vacíos informativos de un objetivo previamente fijado. En la práctica, hay
que presuponer siempre que cualquier realidad tiene, al menos, un doble fondo.
· Las fuentes personales
son imprescindibles para el trabajo del investigador y, casi siempre, son el
vehículo a través del que se accede a determinadas fuentes documentales. La
combinación de éstas será la fórmula ideal.
· La buena información
nunca es gratuita. Unas veces se paga con dinero, otras con favores o dejándose
instrumentar por los intereses que subyacen detrás de cualquier persona que
filtra los datos
· Un archivo que contenga
información importante sólo tiene cuatro formas de abrirse: por la habilidad
del periodista para saberse ganar la confianza de la persona adecuada, por la
compra de esa confianza mediante el pago de un soborno, por presión (coacción)
sobre la persona indicada, o mediante un acceso ilegítimo de cualquier tipo.
· Un dato nunca debe ser
empleado como tal si antes no ha sido confirmado a través de un proceso
adecuado que tenga en cuenta su procedencia, la credibilidad de la fuente, la
posibilidad de ser razonablemente cierto y si no se ha contrastado por todas
las partes implicadas.
· Durante cualquier
investigación es fundamental saber estructurar correctamente la recogida de
datos básicos que conformará el dossier de trabajo. Cuando se investiga un
hecho, debe documentarse el qué, cómo, dónde y cuándo que lo confinen, así como
los hechos que lo rodean. Cuando el objetivo es una persona, las áreas de
interés deben centrarse en los diferentes aspectos de su esfera privada (quién
es) y de su esfera social (qué hace). Y cuando el dossier tiene por objeto a
una entidad, los puntos clave a investigar estarán en su área estructural (cómo
es) y en la social (qué es).
· Buena parte de la fuerza
de un periodista investigador reside en su agenda de fuentes y en su archivo,
así que la formación de ambos debe alcanzar las máximas cotas posibles de
rigor, extensión y privacidad.
· Un aspecto que nunca
puede ser descuidado por el periodista investigador es el de su seguridad
integral (integridad psicofísica, depósito documental, defensa jurídica y
futuro profesional).
· La influencia que los
datos conocidos por un periodista puedan tener sobre la sociedad no siempre se
produce a través de su publicación. Es muy habitual que un periodista provoque,
de forma activa o pasiva, notables actuaciones inducidas que repercuten sobre
el conjunto social y, a menudo, sobre la propia marcha del proceso de
investigación en curso. Conocer esta dinámica para evitarla o utilizarla con
fines estratégicos, será de mucha importancia para el periodista investigador.
· Con la culminación de un
proceso de investigación, el periodista está lejos de haber concluido su
trabajo. Cuando todos los datos están ya sobre la mesa, faltará decidir cuál
será el medio ideal para publicarlos, y antes de iniciar su elaboración final,
deberá valorarse el formato del medio destinatario y factores determinantes
como el objetivo que se persigue con la publicación, el lenguaje del medio
elegido, la calidad del receptor o la construcción informativa que quiera
hacerse con los datos disponibles.
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